Aparece cerámica con relieve de guerreros íberos en Sierra Boyera, Córdoba

Aparece cerámica con relieve de guerreros íberos en Sierra Boyera, Córdoba
Una pieza de excepcional importancia ha aparecido en la excavación del poblado íbero de Sierra Boyera (Belmez, Córdoba). Unos guerreros íberos empuñan escudos, espadas y una lanza en un grabado cerámico mostrando las dotes bélicas de un pueblo conocido por su bravura en combate. No en vano fueron fundamentales en episodios históricos como la segunda guerra púnica ayudando primero al cartaginés Anibal a cruzar los Alpes y luego a su rival Escipión contra el propio dominio cartaginés. Lo mismo que ocurrió durante la resistencia a la romanización que quedó enmarcada en las batallas de los celtíberos en torno a Numancia y la guerra de guerrillas del lusitano Viriato siendo el proceso de conquista uno de los más difíciles y prolongados que tuvo que soportar la poderosa Roma.

El diario El País se hace eco de la noticia con información detallada que aporta el arqueólogo Pablo González y la arqueóloga Araceli Cristo, de la Universidad de Granada (UGR). A continuación reproducimos la noticia:

Ver noticia oritinal en: elpais.com


La sequía hace aflorar una pieza de cerámica única que dejaron atrás los íberos tras su huida de Córdoba

Descubierta una obra excepcional con dos guerreros en relieve del periodo prerromano


Antes de salir huyendo de los invasores, los íberos dejaron en su poblado de Sierra Boyera (Belmez, Córdoba), entre el siglo VI y II antes de Cristo, una sorpresa que acaba de ser desenterrada para asombro de los arqueólogos: una cerámica de sección triangular con dos guerreros en relieve en perfecto estado. Con sus cascos, sus escudos ovalados y sus espadas íberas (falcatas) bien definidas, mientras practican una lucha ritual incruenta, sin ánimo de matarse.

El puzle histórico de esta ladera desvela que el poblado fue abandonado de súbito por una invasión: la ausencia de cerámica romana, los niveles de cenizas, los derrumbes documentados y la cronología de las cerámicas indican que todo sucedió muy rápido, sin apenas tiempo para recoger lo imprescindible. Unos 2.500 años después, ahora han brotado además de los guerreros ―de forma triangular y dos caras― otra cerámica de la misma factura con un tercer guerrero tirando una lanza, de una sola cara. 

Vista aérea del yacimiento arqueológico de Belmez (Córdoba), rodeada del agua del pantano de Sierra Boyera / El País - PACO PUENTES


“No me lo creía, me quedé en blanco. Mi compañera me estaba dando datos de la cerámica cuando vio dos piernecitas y yo empecé a no saber hablar. Fue un chute de adrenalina”, recuerda de ese momento mágico al desempolvar la cerámica Araceli Cristo, arqueóloga de la Universidad de Granada (UGR). A partir de ahora, estos guerreros serán un símbolo para los 3.000 vecinos de este pequeño pueblo cordobés muy cerca de Extremadura, que estas semanas han visitado el yacimiento hasta doblar turnos, fascinados por estas ruinas sumergidas durante medio siglo, desde que se levantó el pantano de Sierra Boyera, y que ahora la pertinaz sequía ha permitido visitar.

Pablo González, arqueólogo director del yacimiento, añade sentimiento al momento de descubrir el prisma triangular de cerámica: “La emoción sube porque sabes que aportarás un elemento identitario a la zona. Es una figura antropomórfica que genera arraigo y empatía en la gente, y no existe paralelos de relieve cerámico con esa anatomía de piernas y gemelos”.

Las dos caras de la cerámica de los guerreros recién hallada en un yacimiento de Belmez (Córdoba), a la derecha, y sección de otra pieza con un guerrero con lanza. / ARACELI CRISTO (UGR)


Hoy sopla el viento, hace un calor tolerable y los arqueólogos se mueven cansados porque ya son las 13.15 y llevan aquí desde las 7.30 para soportar las temperaturas. Entre las botellas de agua y la pequeña tienda para cobijarse a la sombra se desparraman brochas, destornilladores, cepillos, carros, pinceles, picos, paletones y picolas.

Sobre el terreno, en torno a un horno cerámico en buen estado y los restos de un molino de sangre, se disponen las estancias que durante agosto y principios de septiembre han excavado unos 20 arqueólogos voluntarios. Siglos más tarde, el horno cerámico prerromano se transformó en un taller de metalurgia para plomo-plata, hierro y bronce, con yunque, fragua y tuberas, explican los investigadores.

Restos del horno de cerámica en el yacimiento de Belmez / El Pais - PACO PUENTES


El yacimiento excavado es un vínculo estratégico que une la Serena extremeña con el valle del Guadalquivir, un nexo entre las dos aguas del río Guadiato y los del río Zújar (afluente del Guadiana). Antes de que lo inundara el pantano en 1970, las tres hectáreas del yacimiento estaban ocupadas por huertas de los abuelos de los que hoy son los mayores de Belmez, cuyo Ayuntamiento sufraga los trabajos junto a la UGR. “Estas jornadas de visitas dobles que estamos teniendo con tanta gente es la democratización de la arqueología. En una encuesta que hicimos, el 40% de la gente del pueblo consideraba que este era su origen”, subraya con orgullo González, profesor del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada.
El asesor geólogo Gabriel Aroca, que estudia la dirección de los estratos y las facias geológicas, añade: “Lo del arraigo lo he comprobado en las visitas, a pesar de la erosión tan agresiva del pantano sobre el yacimiento”. Como sorpresa añadida, hace días han encontrado una pequeña pieza de cerámica ática-griega, que perteneció a un kylix con dos mujeres pintadas y muy buen diseño.

-¿Dónde está el resto de la cerámica, no ha aparecido nada más?
-Pregúntale al pantano, responde cáustico González.

Foto aérea realizada en el vuelo americano de 1956, en el que se divisa el yacimiento antes de que una carretera lo atravesara en 1970. / El Pais - PL89

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